Trump, México y las Tasas de Interés
Trump cree que él sabe, mejor que nadie, a qué nivel deben de estar las tasas de interés en la economía norteamericana.
Hace unos días, el presidente Trump anunció que va a sustituir a la cabeza del Banco Central norteamericano cuándo se acerque el final de su mandato. Es decir, no piensa dejarlo en su puesto debido a las diferencias que ha tenido con él sobre las tasas de interés.
Trump quiere que el Banco Central norteamericano, la FED, reduzca lo más pronto posible el nivel de las tasas de interés en los Estados Unidos para reanimar con crédito barato, creado de la nada, a la economía. Trump no es la excepción en esto: prácticamente todos los países del mundo presionan a sus bancos centrales para que bajen las tasas de interés cuando el crecimiento económico es flojo, nulo o negativo.
Esta idea de Trump, se deriva en gran parte a que su historia como empresario ha estado íntimamente ligada al uso del crédito barato creado del aire por el banco central y los bancos comerciales.
Siempre es una mala idea que los gobiernos pidan al banco central que bajen las tasas de interés artificialmente en una economía, principalmente porque distorsiona las señales del mercado y conduce a una mala asignación de recursos. La tasa de interés "pura" o natural en una economía se determina únicamente por las preferencias de tiempo de los individuos en la sociedad, y por ningún otro factor. Esta preferencia de tiempo refleja la valoración de los bienes presentes en comparación con los bienes futuros.
Cuando el gobierno interviene para bajar artificialmente las tasas de interés (a través de la expansión del crédito vía la creación de dinero), envía una señal errónea a los empresarios de que hay más ahorro disponible para la inversión del que realmente existe. Esto fomenta inversiones en procesos de producción que no son sostenibles con el nivel real de ahorro de la sociedad y que tarde o temprano resultarán no rentables. Los empresarios, engañados por las tasas artificialmente bajas, invierten en proyectos de capital que de otro modo no serían rentables y por ende no se realizarían. Sin embargo, esta expansión en el sector de bienes de capital (maquinaria, equipo, planta industrial, etc.) es ilusoria y temporal porque no está respaldada por un aumento genuino en el ahorro (por una disminución en la preferencia de tiempo).
Durante un período de aumento general de precios (inflación, resultado de la expansión del crédito monetario que provoca al inicio la baja de las tasas de interés), los empresarios pueden percibir ganancias monetarias que no son reales. Estos "beneficios" son solo el resultado de que los precios de los productos suben más rápido que los precios de los factores de la producción iniciales (mano de obra, materias primas, etc.), pero los costos de reemplazo de estos factores finalmente también aumentan. Tratar estas ganancias monetarias como ganancias reales y consumirlas lleva a un consumo de capital que es el motor del crecimiento de la economía.
La expansión artificial del crédito que inicialmente deriva en tasas de interés más bajas conduce a un auge insostenible, seguido de una inevitable crisis y una recesión. Esto ocurre porque las malas inversiones realizadas durante el auge resultan no ser rentables una vez que las verdaderas condiciones del mercado (preferencias de tiempo) se imponen. Los empresarios se equivocan colectivamente debido a las señales distorsionadas del gobierno. En pocas palabras, el crecimiento económico proveniente de la expansión artificial del crédito no es sostenible y conduce a una recesión económica inevitable.
Si los gobiernos pudieran hacer crecer a una economía a través de la creación de dinero y la reducción de tasas de interés, no necesitaríamos el ahorro, la productividad, la innovación y la eficiencia. Todos ya seríamos ricos.
El hecho es que el crecimiento económico sostenible solo puede provenir del ahorro de la gente y la inversión en bienes de capital, respaldados por la preferencia de tiempo real de la sociedad.
En México, hasta ahora, la política monetaria mexicana se ha portado relativamente bien en términos de no provocar un desastre financiero como los que vivimos en el siglo pasado. La pregunta es si la debilidad actual de la economía mexicana no hará que el gobierno empiece a presionar al banco central para que baje más las tasas de interés con emisiones monetarias cada vez más excesivas y con ello destruir la todavía presente estabilidad financiera que es la base para una planeación mínima en los negocios. Ya lo veremos.
Por cierto, el pronóstico para los siguientes 24 meses de las tasas de interés en México ya está disponible en la pestaña de VideoPronósticos de este Substack.
Saludos cordiales,
Gerardo Valdez R.